El mercado del automóvil ha renacido y, con él, el de los seguros. Tras cuatro años seguidos a la baja, las primas repuntaron el año pasado: uno de los índices, el del comparador Rastreator, registró un incremento del 6,9%. No solo es el recalentamiento de las ventas de coches; las nuevas exigencias de solvencia europeas, el ascenso de nuevos modelos de negocio, los cambios en los baremos y los bajos tipos de interés están obligando a las aseguradoras a garantizarse la rentabilidad. Sin embargo, hay empresas que están apostando por una enérgica búsqueda de cuota de mercado que permita mantener a la vez las tarifas bajas y las cuentas en negro. Es una apuesta arriesgada en un mercado inseguro, y las consecuencias se están haciendo notar: el índice de Rastreator creció un mero 0,7% en los primeros seis meses de 2016.
Mutua Madrileña está siendo una de las más activas en esa dirección. A principios de año, la compañía anunció que dos tercios de sus mutualistas tendrían sus primas congeladas. «Esta medida no es nueva», afirma Mirenchu Villa, directora general adjunta de negocio asegurador de la empresa. «Desde hace cuatro años estamos anunciando continuas congelaciones de precios para una buena parte de nuestra cartera».
El resultado: en el primer semestre del año la empresa registró una caída de los beneficios del 41%, que responsabilizó a un cambio en el modelo contable. «No hacemos esto para maximizar nuestros resultados», defiende Villa, «sino para ofrecer a nuestros mutualistas los mejores productos posibles». Aún así, hay señales de que la estrategia no está desencaminada: los ingresos por primas crecieron un 6,6% hasta superar los 700 millones de euros, para llevar a la mutua a una cuota de mercado del 13,1%.
Cuando se anunció esta política, parecía contraproducente apostar por el volumen con tantas dudas sobre el futuro. «Si hace un año me preguntaban qué iba a ocurrir con el sector del seguro del automóvil, mis temores eran absolutos», comenta Jordi Montalbo, responsable de Seguros de Deloitte. «La siniestralidad tenía previsto aumentar. Por un lado, por la entrada en vigor del nuevo baremo, y por otro, el que con el fin de la crisis la gente coge más el coche. Si a eso le sumas unos bajos tipos de interés que lastran el resultado financiero, acabamos con una situación de crisis».
Pero, sigue apuntando Montalbo, la realidad se ha mostrado sorprendentemente receptiva. «Hoy no soy tan pesimista», afirma. «Esta crisis no ha tenido que ver con la de los años noventa. El baremo ha entrado en vigor, y, contra todo pronóstico, la siniestralidad ha crecido inusualmente poco y la frecuencia del uso del automóvil no ha cambiado. En consecuencia, este año, que yo creía que iba a ser malo, la rentabilidad aún aguanta razonablemente, aunque, claro, mucho menos holgada».
La aparente contradicción entre el alza de las primas y la feroz competencia por las pólizas se explica porque si un seguro nunca ha sido realmente un producto homogéneo, Internet y el desarrollo del sector lo han atomizado aún más. «Son cada vez más a la carta, incluyendo muchas coberturas diferentes, por lo que el que esté buscando una prima más baja puede jugar con ello», apunta Eva Montero, responsable de comunicación de Rastreator.
En consecuencia, mientras durante los años de la crisis unos usuarios podían beneficiarse de una auténtica guerra de precios, otros —especialmente los perfiles de riesgo— no obtenían tantas ventajas. Y al revés: los clientes más ambicionados por las aseguradoras serán los últimos en ver cómo suben sus facturas. El informe de Rastreator lo deja claro: en los últimos 12 meses, las primas en las pólizas a terceros y a todo riesgo con franquicia se mantuvieron prácticamente estables, mientras las pólizas a todo riesgo sin franquicia han crecido casi un 12%. «Hay que separar mucho entre coberturas», apunta Montalbo.
Las compañías presionan por mantener precios porque la crisis ha desgastado la tradicional fidelidad a la aseguradora. «En nuestra experiencia, cada vez más gente cambia de seguro», comenta Montero. «Hace siete años, cuando empezamos, el perfil del cliente era masculino, joven y de gran ciudad: en gran medida, el cliente novel, al que tradicionalmente le ha costado más asegurar su vehículo. Ahora hay hombres, mujeres, de todas las edades y en todas las regiones».
¿Y estas políticas son sostenibles a largo plazo? «En tanto en cuanto las compañías puedan mantener controlados sus ratios de siniestralidad, la tendencia de los últimos años a mantener o a bajar ligeramente los precios se mantendrá», afirma Manuel Martínez Pedraza, socio responsable de seguros en EY. «Es previsible pensar que las aseguradoras tratarán de recortar sus costes de administración y gestión para compensar un aumento de los costes siniestrales», apunta. «Vamos a tratar de absorber los impactos en la cuenta de resultados recortando gastos», confirma Mirenchu Villa.
«Aunque mi visión es menos pesimista que hace un año, las amenazas están ahí», indica Montalbo. «Estamos en el límite. Las primas no pueden ir mucho más allá, y el sector deberá ir recomponiéndose». «Es previsible que, a la larga, la actual tendencia en la evolución de los precios se vea afectada», coincide Martínez Pedraza.
«Nuestro objetivo es continuar creciendo de forma rentable y sostenida», afirma Mirenchu Villa. La compañía ahora ha puesto el ojo fuera de la Comunidad de Madrid, donde es líder del mercado.
(Noticia extraída de El País)